Lolita llegó a mi casa toda flaquita, infestada de pulgas y tan asustada que se pasó días y días debajo del frigo. La habían encontrado perdida en Gran Vía, era muy chiquitina y su destino más probable era morir atropellada. Al final fue perdiendo el miedo y con muchos cariños conseguí que nos hicieramos buenísimas amigas. Fue adoptada hace unos dos meses y ahora está feliz con su familia, y dos perritos.